Somos emigrantes cuando partimos e inmigrantes cuando llegamos. Pero, a fin de cuentas, somos lo mismo: sencillamente, migrantes.
Ser migrante imprime carácter, aunque el grado de dificultad llegue a ser muy diferente para unos u otros y los orígenes y destinos sean distintos.
El caso es que hay en común mucho más de lo que parece: la necesidad de adaptarse a un entorno diferente al de procedencia, el enfrentamiento a un nuevo proyecto de trabajo y de vida, la ardua gestión de la red familiar, el sufrimiento de pérdidas importantes, emociones y nostalgias que permanecen pegadas a un olor, melodía o sabor; relaciones personales y sociales inéditas, incertidumbre ante el futuro, invasión de un sentimiento de `otredad´.
Todo ello conforma un patrimonio vital, unas `señas de identidad´, un germen de comunidad intercultural en la que se ve reconocido cualquier emigrante, viendo así reflejada su trayectoria y sentimientos en los de muchos otros compañeros y compañeras de ruta.
Por ello, es importante compartir más intensamente la experiencia de emigrar y convertirla en una escuela de mutuo aprendizaje.
Justo lo que te proponemos en este espacio, en el que hemos incluido un apartado para el intercambio de cartas entre migrantes y la información sobre los encuentros que estamos organizando.
'La tierra es mi patria, la humanidad es mi familia'
Khalil Gibran